Jugando con la nieve antes de entrar en el cole |
Hemos tenido un amanecer nevado. Qué ilusión hace mirar por la ventana y ver todo recién nevado y llamar corriendo a los niños para que se asomen. Van al cole con otro ánimo, deseando poder jugar con la nieve.
Íbamos en el coche, disfrutando del paisaje y hablando sobre la nieve. Hoy no hay peleas, no hay prisas, no hay caprichos. Cuando hemos llegado al cole... sorpresa! había mucha más nieve que en casa. Se han puesto locos, deseando bajar del coche para hacer una bola de nieve.
Y llegábamos con la hora pegada, como cada día, pero hoy bien merecía la pena llegar un poco tarde a todas partes por disfrutar de la novedad, por ver a los niños felices haciendo peleas de bolas de nieve.
Nos hemos reído, nos hemos mojado, hemos jugado y antes de entrar en el cole, se han calentado las manos debajo de mi ropa. Me he sentido gallina arropando a mis pollitos, jeje.
Qué buen rato!
Orgullosa de mi misma me he sentido habiendo dejado un poco de lado la responsabilidad del día a día para poder disfrutar de ese ratito juntos.
Momentos como estos son, al fin y al cabo, los que dan la felicidad, los que hacen que un día que puede pasar sin pena ni gloria se queden en tu recuerdo y te hagan sentir feliz recordándolo, no?
La lástima es que enseguida se ha derretido y no les ha llegado ni al recreo y mucho menos para la salida del cole. Pero no importa, porque ese pequeño rato les ha valido para estar toda la tarde hablando de lo mismo y para contarle a papá, en cuanto ha vuelto del trabajo, que han tirado muuuuchas bolas de nieve a mamá y que le había entrado hasta en la capucha del abrigo.