El yayo nos ha dejado, ya descansa en paz allá donde esté.
Hemos pasado su último verano con él, y aunque ha sido duro verle irse poco a poco, nos quedará siempre en el recuerdo estos últimos meses.
Los niños recordarán siempre que estuvieron cuidando del único abuelo al que conocieron.
Daniela le dijo a su padre un día que ella ya iba a saber cuidarlo, porque había visto como el cuidaba de su padre ( lagrimones ). No han dejado de estar pendiente de el, de llevarle el bastón, el agua o la radio o de venir a avisarnos si nos necesitaba. María se ha pasado el verano rondándole risueña y quitándole el bastón para utilizarlo a modo de "caballito" cada vez que tenía oportunidad y Miguel se acercaba a él a contarle historias y le acariciaba el brazo mientras que lo miraba embelesado con esa carita tierna que tiene.
Se sentaba mirando hacía la piscina para ver a los niños jugar y bañarse y a Manuel a punto ha estado de borrarle el nombre. Mi chico, que con lo que se mueve y trastea le ponía un poco nervioso y ha aguantado estoicamente ser el centro de todas sus "regañinas" entendiendo que el yayo se ponía un poco nervioso ante tanto jaleo porque estaba muy malito.
Los niños están haciendo muchas preguntas, cosa que agradezco para poder aclararle las dudas. Daniela es la que más claramente demuestra sus sentimientos a través del llanto. Manuel y Miguel se muestran nerviosos y tienen entre los tres conversaciones subrealistas acerca de la muerte, de como resucitar a alguien, de si se le veían los "huesitos", de si se convertirá en polvo... en fin, poco a poco, que esto de acercarse a la muerte no es tarea fácil para nadie, y mucho menos para los niños que no deben de entender nada. María no dirá nada, pero echará de menos salir corriendo a la puerta cuando venía el yayo, se ponía súper contenta y pedía siempre que la cogiera en brazos.
Yo les explico lo que ya les he explicado otras veces, que las personas que fallecen se quedan en nuestros recuerdos y en nuestros corazones. Les digo que cuando se echa mucho de menos a alguien, basta con pensar en ella y recordar alguna situación con ellos y parece que esa persona está un poco más presente.
Daniela se apena mucho porque ya no le queda ningún abuelo ni abuela, así que habrá que hacer el esfuerzo de mantener vivo al yayo en sus recuerdos y de hablarles muchos del resto de abuelos a los que no pudieron ni conocer.
Nunca fue un abuelo al uso, esa es la verdad, pero era el que era y así lo queríamos...Te echaremos mucho de menos yayo!
